El salón funerario Aula ad Fontes formaba parte de un proyecto más amplio que incluía todo el complejo del monasterio de Maria ad Fontes. A encargo de un inversor, planificamos la renovación del monasterio para ser un hotel y la construcción de edificios de viviendas y comercio en el área inmediata. Finalmente, sólo se realizaron el parque y el Aula ad Fontes.

Como requisito de la administración de la ciudad, se debe encontrar una nueva ubicación para el salón funerario local en relación con el rediseño del jardín del monasterio. Nuestra propuesta fue integrar el nuevo edificio en el parque y orientarlo para que solo sea visible desde el lado de la entrada. Utilizamos el desnivel existente de tal manera que la sala está aproximadamente a la mitad por debajo del nivel del suelo. El techo verde hace que sea casi invisible desde el Oostwal.

Cuando uno se acerca a la entrada, primero ve un pequeño portal al borde de un bosquecito de abedules. Una lámpara integrada en el muro lateral, llama la atención sobre el servicio fúnebre dentro. Un camino estrecho conduce desde aquí a través de los abedules hasta un patio de entrada. A partir de ahora no hay más contacto visual con el mundo exterior. Dado que el área del parque se eleva, pero el edificio permanece en el nivel de la entrada, el acceso al edificio se ubica notablemente por debajo del nivel del parque. El visitante entra en el aula a través de un vestíbulo. Iluminado naturalmente a través de un patio interior que fue plantado con un abedul. Aquí la diferencia de altura se hace evidente. El visitante reconoce que está medio «enterrado». La sala contigua, el velatorio, también se ilumina a través de un patio interior, cuya superficie está formada por un estanque de agua.

Evitamos deliberadamente el simbolismo religioso (aunque los propietarios colocaron posteriormente una cruz en la entrada). Para nosotros, otros símbolos eran importantes como la presencia de los diversos elementos.